Luis Jaime Castillo, director del proyecto arqueológico San José de Moro, reveló que los arqueólogos y estudiantes de las diferentes unidades de excavación encontraron hace dos semanas y media, un relleno de tierra en forma de «L» y, un conjunto de adobes sueltos los cuales serían la entrada principal de la cámara funeraria. Dicha cámara data de hace 1 200 años, en la cual fueron enterrados los restos de una mujer que habría gobernado durante el período Moche Tardío B.
Ese sector era un lugar dedicado al culto de los ancestros, en cuyo alrededor los súbditos de la cultura moche dejaron múltiples evidencias como cántaros de diferentes tamaño y cocinas para la elaboración de chicha, precisó.
Castillo agregó que tras conocerse el hecho, se dispuso intensificar los trabajos de extracción de cientos de toneladas de relleno que cubrían la cámara funeraria.
El último viernes, una de las jóvenes estudiantes de la Universidad de Harvard de Estados Unidos que trabajan en el proyecto, empezó a desenterrar un pequeño ídolo de cerámica que fue depositado con los restos de un bebé. Posiblemente sería una ofrenda o sacrificio posterior al entierro principal.
Pero luego aparecieron decenas de objetos de cerámica, ubicados en grupos que ocupaban casi todos los sectores de la cámara funeraria. Unos centímetros más abajo, encontraron la primera gran evidencia que confirmó el descubrimiento de una sacerdotisa.
Era una finísima pieza de cerámica polícroma, pulcramente diseñada con iconografía moche, en la que se colocó una corona de plata y cobre dorado, en forma de penacho, ubicada a la altura de la cabeza del personaje de elite.
En el sector principal de la cámara funeraria y mientras los arqueólogos continuaban excavando, se desenterró el esqueleto de una persona adulta, que podría ser una gobernante o una mujer de la elite.
Debajo de una fina capa de arena y a la altura de la cintura se encontró una copa ceremonial, un pequeño cuchillo (tumi) y piezas de spondylus de regular tamaño en cada una de las manos de la mujer noble. También forman parte del ajuar una serie de objetos metálicos como placas y otras ofrendas que se colocaron a la altura de los pies.
Afirmaron también que el penacho de metal, la copa ceremonial y otros ornamentos del ajuar revelan que se trata de una sacerdotisa. Sin embargo, señala que el género del ancestro tendrá que ser corroborado mediante análisis de antropología física de los restos óseos que se encuentran deteriorados por la humedad del terreno.
La tumba hallada recientemente es la octava sacerdotisa del complejo arqueológico San José de Moro. La última, signada con el número U1525, apareció hace seis años. Por último, recordó que en esta parte de La Libertad priman los entierros de sacerdotisas, lo cual implica que este valle costero estuvo dominado por poderosas mujeres de la sociedad mochica, tal como ocurrió en el Brujo y varios siglos después en Chornancap.