Poner límites a tus hijos, decir NO a veces es necesario, pero también hay que saber cómo hacerlo

Es importante poner límites a nuestros hijos. Una de las razones es porque aprenderá a ser libre y a ser feliz sin hacerle daño a nada ni a nadie. El secreto para que tu hijo logre ejercer su libertad de manera consciente, radica, entre otros secretos, en educarlo con respeto y en establecer acuerdos con él, para que las normas no sean impuestas sino consensuadas.

Ser felices implica poder ejercer nuestra libertad, sin embargo, el hecho de ejercerla exige respeto hacia las libertades de los otros; ese es el límite que debe tener muy claro nuestra mente y la de nuestros hijos. Son los límites los que muestran donde termina tu libertad y donde empieza la del otro. Es decir, que sus deseos o actos, por más libre que seas de hacerlos, no deben perjudicar a nadie ni a nada.

Una de las primeras cosas que debes enseñarle a tu hijo es a ser consciente de que todos sus actos, traen consecuencia. Todos debemos tener lo más claro posible, que cada acto, por minúsculos que sea, afecta a nuestro entorno, así como un efecto mariposa.

Cuando tu hijo aprenda a ver el mundo y sus actos de manera integral, será cauteloso, pensará dos veces antes de actuar y respetará la libertad de los seres que lo rodean.

¿Por qué es importante a veces decir NO a los hijos? y ¿Cómo hacerlo?

La mayoría de nosotros aprendimos a dejar de hacer o decir ciertas cosas porque simplemente nos decían que no. Aprendimos a no meter los dedos en un tomacorriente porque nuestros padres dijeron: No. Y reaccionamos a esa palabra.

No comprendíamos en su totalidad, por qué no podíamos hacer tal o cual cosa, aunque la deseáramos, pero vaya que fue para nuestro bien ya a medida que pasaron los años nos dimos cuenta que el objetivo de nuestro padres fue el de cuidarnos y protegernos.

Es necesario señalar por lo mismo, que establecer límites no significa que vas arrebatarle la libertad a tu hijo. El límite es un borde para tocar la consideración, la libertad y el respeto hacia el otro, no se trata de una barrera.

Lo ideal es que el niño se desenvuelva con un genuino deseo de cooperar. Ese “genuino deseo” se logra sin imponer reglas, sin amenazar al niño, sin castigarlo, sin chantajearlo… El objetivo es que el niño aprenda a “autoregularse”, a comportarse correctamente sin necesidad de vigilancia constante.

Para trasmitir mejor las enseñanzas y tener más éxito a la hora de establecer los límites estos deben estar adaptados a la edad y destrezas del niño, pues cada fase en el desarrollo del un niño necesita un enfoque distinto, pues no podemos usar lo mismo o proceder de la misma manera al tratar con niños de 3 años y de 7 años o con un adolescente, pues terminarían, tanto usted como padre y sus hijos sintiéndose frustrados.

La idea es que se convierta en su propio guardián, que sea capaz de orientar su vida, usando la ética y los valores que ha decidido conscientemente incorporar en su inteligencia emocional. Para lograrlo hay que trabajar mucho en el entendimiento, en el trato que tenemos o podemos tener como padres y nuestros hijos. El trato habitual que las madres y padres dan a sus hijos cuando empiezan a ser autónomos, y que, salvo excepciones, consiste en darles órdenes sobre todos los aspectos de su vida cotidiana. Esta actitud asoma la desestimación que tenemos los adultos sobre las capacidades (intelectuales o motrices) de los niños. Al hacer eso, lo único que estamos logrando es que se está reprimiendo de alguna manera sus deseos y además lo subestimamos.

Para dejar de cometer este error, es preciso ser consciente de que cuando solo dices que no, estás cortando las alas del niño y él no está entendiendo de manera activa en por qué no debe hacer una cosa u otra.

Sin embargo existe otro tipo de situaciones que nos llevan a decir No y ser firmes.

¿Te sientes mal cuando no le das a tu hijo algo que te pide al hacer una pataleta en la casa o en algún lugar público?

Pocas cosas agotan más que un niño caprichoso. Cuando un niño tiene un objetivo, es capaz de casi todo para lograrlo. Los niños están hechos a prueba de retos, no se dan por vencidos ante un “NO”. Por ello insisten y muchas veces logran lo que buscaban utilizando recursos que han ido adquiriendo a lo largo de sus experiencias con los adultos.

Por vergüenza, por falta de límites y normas o por cansancio, en muchas ocasiones los padres cambiamos de criterio y no somos constantes a la hora de educar. No exigimos responsabilidades a los niños y les convertimos en dependientes y tiranos.

Estamos seguros que alguna vez has pasado por la siguiente situación:

Estas en una tienda o en el supermercado un sábado a cerca del medio día, con tu pequeño hijo. Al momento se le antoja una bolsita de chocolates o de galletas. Le dices que dentro de poco ya va a almorzar y que no le vas a comprar. Tu hijo empieza a gritar. Tu le explicas que tiene en casa su almuerzo pero tu niño empieza a gritar más fuerte, se tira piso y empieza a patalear. La agarras del brazo, la levantas y prometes que otro día se los compra. Pero es allí donde empieza a llorar a moco tendido. Al final coges la bolsa de galletas y/o chocolates y se la das.

Pues bien analicemos esta situación tan común pero a la misma vez es reflejo de lo que sucede en las familias, el niño sabe que cuanto mayor sea la pataleta, hay muchas probabilidades de que se alga con la suya. Ve que si no desiste, al final lo consigue.

Los niños están hechos a prueba de retos, no se dan por vencidos ante un “NO”. Por ello insisten y muchas veces logran lo que buscaban utilizando recursos que han ido adquiriendo a lo largo de sus experiencias con los adultos.

Por ello, es importante establecer límites claros, que los niños sepan cuáles son las normas de la casa y hacer que las cumplan.

Cuando sean mayores, gracias a que de niños no cedimos a sus rabietas y chantajes y no les colmamos de caprichos, van a ser mucho más capaces de lograr sus metas, van a tener muchos más recursos y, seguramente, van a ser adultos más libres y plenos.

Por otro lado a la hora de disciplinarlo, si es necesario, la salida está en darle a conocer a tu niño las normas y las consecuencias de los actos, así, en lugar de decirle ¡no! cuando el niño acerca sus dedos al fuego, es mejor explicarle por qué es peligroso hacerlo. Trata de explicárselo en su nivel, el te endenderá.

Por lo mismo, explicarle lo suficientemente bien al niño cuáles son las normas dentro de la casa, dentro de la sociedad y darle las suficientes pistas e información sobre tal o cual cosas, le servirá para que se desenvuelva bien. Por ejemplo, cuando el niño sabe los porqués, entenderá de mejor manera “la limitación” o los límites que tiene y se desenvolverá de manera libre, consciente.

Poner límites por la vía de la armonía, de la confianza y del apoyo mutuo entre madres y padres e hijos excluye la autoridad y la jerarquía. Poner límites no se trata de dar órdenes se trata de explicar circunstancias, de llegar a acuerdos, de establecer normas en conjunto.

Además debes tener en cuenta que, si los adultos pretendemos que los niños aprendan a respetar las normas y los límites lo primero que hay que hacer es intentar ser un ejemplo a seguir y actuar reforzando las conductas adecuadas de los pequeños siempre que sea posible.

Para educar de manera eficaz a nuestros hijos debemos marcar las reglas en casa con el objetivo de cumplirlas. El secreto es hacerlo de manera coherente y con firmeza. Una de las consecuencias educativas de una falta de habilidad a la hora de establecer las normas y de marcar los límites puede ser la falta de respeto, que se produce cuando hablamos demasiado, exageramos en la emoción, y en muchos casos, nos equivocamos en nuestra forma de expresar con claridad lo que queremos o lo hacemos con demasiada autoridad.

Fuente: Internet

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