Trujillo es una zona costera y sísmica, que cuando tiembla no se apiada ni de las iglesias, por ello el 14 de febrero de 1619 un terremoto destruyó la catedral de Trujillo; años después en 1647 se decide construir el templo para consuelo de todos sus fieles, esta vez tomando las mejores precauciones. Después de 19 años se concluyó la obra y el Papa Paulo VI, conocedor de la imperante fe, decide nombrar al templo como Basílica Menor, llenando de regocijo a todos los feligreses norteños. Su estilo barroco y rococó, matizados de blanco y dorado, adornan los preciosos lienzos, nuestra soberana Basílica Menor tiene como joya a el retablo mayor colocado de manera libre cubierto con pan de oro, único en todo el norte de país.
Desde cualquier ángulo de Plaza Mayor de Trujillo podemos alegrar nuestros ojos observando el principal templo de Trujillo, pisar las escaleras que nos guían a su altar cual ángel guía a los humanos hacia el cielo, rodeados de los principales santos como, Santa Rosa, San Pedro, San Juan Bautista, Santo Toribio de Mogrovejo y nuestro patrono San Valentín, confirmando que los lienzos de nuestra basílica perduran con el paso del tiempo.
Es importante reconocer a la Basílica Menor de Trujillo como nuestro patrimonio arquitectónico, cuidándolo, visitándolo, saber que no solo podemos acudir a misa, sino que cada cierto tiempo podemos ir a escuchar el coro de los niños, las diferentes orquestas sinfónicas. Entender el verdadero mensaje de la edificación de la Basílica Menor de Trujillo, llenarnos de fe y proclamar una cultura de paz.