Una zona de confort, es un estado del comportamiento en que la persona opera en forma neutral, libre de ansiedad, utilizando una serie de conductas conocidas y bien dominadas con las que tiene un nivel de desempeño uniforme y constante en que generalmente no se percibe la sensación de riesgo. Es un estado de trabajo en que la gente se siente a gusto, a sus anchas y sin estrés.
La zona de confort tiene pros y contras que todo ejecutivo sensible conoce bien. Lamentablemente, últimamente se le ha categorizado como un estado inescrupuloso de la mente, porque al encontrarnos en ella, la creatividad baja el ritmo y el cerebro parece estar actuando de modo automático.
Sin embargo, en ese estado, es decir el de la zona de confort, la que nos puede dar información valiosa de nosotros mismos y de nuestro equipo de trabajo. La personalidad de un colaborador puede ser descrita por su zona de confort, ya que ésta es la condición en que se encuentran las fronteras de desempeño de la gente. En esa área se encuentra lo que nos permite trabajar tranquilos, y fuera de ella está aquello que nos amenaza.
Saber los límites en que podemos desempeñarnos con soltura y seguridad es excelente. Cuando se tiene la certeza de que se domina aquello que se está haciendo, es normal sentir confianza; incluso es aceptable disfrutar de la actividad que se está desarrollando y es maravilloso saber que se avanza sobre terreno firme. Todos deseamos conocer la fórmula para hacer bien las cosas y para implementar soluciones de largo aliento que siempre nos salgan bien. Si se obtienen buenos resultados porque se está siguiendo algún tipo de procedimiento que se puede repetir una y otra vez, estamos haciendo lo correcto. Los chefs repiten la misma receta una y otra vez y eso es correcto. ¿Por qué cambiar, si la fórmula es exitosa? El problema aparece cuando la zona de confort crea una sensación de seguridad infundada.
Debemos asegurarnos que la zona de confort no se convierta o sea un «corralito» que fije las fronteras de crecimiento y que lo vayan obstaculizando. No debe ser un hito que dé pánico traspasar. Hay que examinar cuidadosamente en qué circunstancias es necesario salir y en cuáles hay que aferrarse a ella. Si dejar atrás aquello que hacemos bien de forma probada nos va a resultar desagradable, costoso y las proyecciones no son buenas, no hay necesidad de arriesgar. Por el contrario, si quedarse eleva los costos, se incurre en gastos extraordinarios, causa pérdidas y genera ansiedad, hay necesidad de emigrar.
Las decisiones en base a lo que sabemos y que tenemos y cómo estamos hacen que podamos pensar y hasta a veces elegir, ceder a la tentación de probar algo nuevo, de saltar los límites y de retar a la creatividad quedan en un platillo de la balanza pero cuando eso empieza a aparecer en el otro están el dominio de la técnica y los resultados conocidos. Si eres un buen emprendedor y líder deberás apuntar la decisión correcta a través del análisis.
La zona de confort no debe ser un «corralito» que fije las fronteras que inhiban el crecimiento de tu empresa.
El riesgo y la ambigüedad son parte del escenario empresarial. Los ejecutivos, al igual que las aves de mar en medio de una creciente tormenta, se convierten en maestros de la procuración de estabilidad en medio de la turbulencia. Los directivos deben estar atentos y ser astutos. Deben saber cuándo proteger el statu quo y cuándo abandonar su zona de confort.
Como toda cosa a veces la za zona de confort se vuelve obsoleta y es alli en donde tiene un lado oculto, que la convierte en algo peligroso. Entre las señales que tienes que tomar en cuenta como emprendedor es cuando observas lo siguiente:
- Es aburrida.
- No supone ningún reto.
- Está llena de pensamientos negativos (fracasos, miedos, peligros,…).
- Pero sobre todo, en ella se encuentra uno de los peores males para tu negocio… el conformismo.
Déjanos contarte una historia verídica para que veas cómo la zona de confort puede hacer que una compañía líder en el mercado pierda su posición.
Corría el año 1975 cuando Steve Sasson, ingeniero en Kodak, fabricó por su cuenta una cámara que era capaz de almacenar las fotografías en casetes (en vez de en los carretes de toda la vida). Cuando fue a mostrársela a sus directivos, cuenta que la frase que escuchó fue “es bonito, pero no se lo cuentes a nadie».
Cuando la empresa quiso reaccionar en 1991 presentando su primera cámara digital comercial, ya era tarde…el mercado estaba dominado por otros.
Permanecer en la zona de confort le costó a una empresa como Kodak su puesto como marca dominante en el sector.
Si puede hacer eso con un gigante de la industria, ¿qué no podrá hacerle a tu negocio?
¿Por qué debes salir tu compañía de su zona de confort?
Llegados a este punto, y después de leer el ejemplo de arriba, imaginamos que ya tendrás claro por qué tienes que salir de tu zona de confort.
Pero tal y como te contamos a continuación, abandonar ese caparazón invisible tiene otros muchos beneficios:
- Descubrir talento: si tú o tus trabajadores siempre hacéis la mismas tareas, es obvio que con el paso del tiempo se acabarán dominando pero, ¿y si resulta que alguien en tu empresa es bueno en algo más? ¿Y si esa persona que se dedica a maquetar la web, por ejemplo, resulta tener un don para el marketing de contenidos?
- Debilita tu negocio: en el mundo en el que vivimos, no evolucionar significa estancarse, y a nivel empresarial no puedes permitírtelo. La técnicas y herramientas que utilizas hoy (y conoces), mañana pueden estar totalmente obsoletas y, ¿quién contraría a alguien desfasado?
- Motiva a tus trabajadores: explorar nuevos campos, probar las novedades más recientes, cambiar lo que no sirve a pesar de llevar años haciéndose… son ejemplos de cómo salir de la zona de confort que estimularán a tus empleados, lo que hará tu negocio mucho más productivo.
¿Cómo salir de la zona de confort?
Una vez que te has quitado la venda de lo ojos y has visto que esa zona tan confortable en la que te encuentras podría ser tu peor enemiga, llega el momento de ponerse manos a la obra y preparar un plan para escapar de la zona de confort.
No será un proceso fácil, pero eso no significa que no se pueda hacer. Con trabajo, constancia y siguiendo la debida asesoría cualquiera puede lograrlo.
Es importantísimo que sepas que si das el salto, es decir decides salir de tu zona de confort ya sea por que vas iniciar un nuevo negocio o por que ya vez la necesidad de cambiar, sin tener ningún plan B lo más probable es que llegue un momento en el que te arrepientas de tu decisión. Por eso, siempre es importante contar con otros propósitos, aunque éstos sólo sean ideas, bosquejos, para sentirse más seguro.
Javier Moral, fundador y CEO de Fangaloka, espacio de innovación y coworking, cree que “si te has fijado una serie de hitos intenta cumplirlos… Si has valorado qué puedes ganar y qué perderás con el cambio no hay sitio para arrepentimientos”.
Si todavía no te convence el salto al vacío. Si necesitas más tiempo para hacerte a la idea de que hay vida fuera de esas cuatro paredes que se han convertido en tu paisaje diario, intenta una solución intermedia.
Algo que sugieren los asesores empresariales, es ampliar la zona de confort, es decir, fijarse nuevas metas sin aventurarse a un cambio radical. Construye un poco más esa burbuja sin explotarla. Ve marcándote hitos y nuevos objetivos y, si al final te decides por la transformación estarás, de algún modo, preparado. En el fondo, todo depende del momento en el que te encuentres y en el valor que le des al cambio.
Fuente: Internet
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