Los científicos han encontrado pruebas de que el ruido fuerte, como el de conciertos de rock, sopladores de hojas, herramientas eléctricas y demás daña nuestra audición en una manera insospechada.

Uno tal vez no se da cuenta de inmediato, y el problema tampoco aparece en las pruebas ordinarias de audición. Sin embargo, al paso del tiempo el problema nos anula la capacidad de entender una conversación en un ambiente ruidoso, según el investigador de Universidad de Harvard, M. Charles Liberman.

Esto también podría contribuir a la explicación de por qué el problema es mayor entre los adultos conforme aumenta su edad, y por qué deriva en el zumbido persistente en los oídos. La conclusión es que «el ruido es más peligroso de lo que pensamos».

Para comprender la investigación de Liberman, ayuda entender cómo es que escuchamos. Cuando el sonido ingresa en nuestros oídos, es captado por las llamadas células pilosas. Estas convierten las ondas sonoras en señales que son transportadas por nervios al cerebro.

La gente puede perder células pilosas por varias razones, entre ellas ruidos fuertes, medicamentos o el simple envejecimiento, y nuestro sentido del oído se deteriora a medida que perdemos esos sensores.

Esta pérdida de audición es la que detecta la prueba ordinaria llamada audiograma, la cual mide nuestra capacidad para escuchar un ruido bajo en un ambiente en silencio.

Las investigaciones de Liberman dejan entrever que hay otro tipo de daño que no causa la muerte de las células pilosas, pero deriva en el problema de Garlock.

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