El deterioro celular y envejecimiento son cambios que pueden desacelerarse o retardarse en la medida de lo posible. La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, no se sintetiza en el cuerpo, por lo tanto, se debe administrar a través de una dieta equilibrada o suplementos (por vía oral o endovenoso).
Este potente antioxidante es altamente efectivo, protege a las células y sus componentes del daño oxidativo y estrés celular, amortigua el efecto de los radicales libres, de las toxinas y agentes contaminantes. La vitamina C evita que la célula se deteriore tan rápido y favorece la producción de energía de mejor calidad.
Linus Pauling, ganador del premio Nobel de química en 1954, describía alrededor de los años 70, los beneficios de la vitamina C aplicada de forma endovenosa en pacientes oncológicos. Entre sus obras principales están: “La vitamina C y el cáncer”, “How to Feel Better and Live Longer”, entre otras. Incluso se refería al impacto negativo del déficit de vitamina C en el envejecimiento.
Actualmente esos conceptos han resurgido en la medicina moderna, orientados al antienvejecimiento, aplicando los mismos principios.
Beneficios de la suplementación de vitamina C endovenosa:
– Entre las principales funciones del ácido ascórbico está la síntesis de colágeno, un importante componente estructural de la piel, los vasos sanguíneos, tendones, ligamentos y toda la estructura de soporte. Aumenta la flexibilidad, tono y resistencia de los tejidos.
– Amortigua los efectos secundarios de la quimioterapia, evita el desarrollo y progresión de tumoraciones, mejora la calidad de vida del paciente oncológico, activa los centros de desintoxicación, acelera la eliminación de metales pesados, mejora la calidad de oxigenación del paciente, reduce la respuesta inflamatoria y el dolor en general.
– Juega un papel importante en la síntesis del neurotransmisor norepinefrina, el cual es fundamental para la función cerebral y regulación del estado de ánimo.
– Ayuda a metabolizar mejor las grasas, sobre todo las de depósito. Facilita la síntesis de carnitina, que las transporta hacia el interior de las células para convertir la grasa en energía.
– Inhibe la respuesta inflamatoria de la célula, evita el daño oxidativo celular, por ende inhibe el deterioro, estrés y envejecimiento celular.
– Refuerza el sistema inmunológico, estimula la producción y función de los leucocitos o glóbulos blancos. Mejora la capacidad de defensa contra virus y bacterias.
– Protege contra alergias, enfermedades respiratorias, enfermedades cardiovasculares, metabólicas y degenerativas.
– Aporta mayor energía y vitalidad.
La vitamina C se encuentra principalmente en todos los cítricos (naranja, limón, pomelo, entre otros), así como en la fresa, kiwi, melocotón, pera, manzana, melón, tomate, en los vegetales foliáceos o de hoja verde, el brócoli, espárrago, col, pimiento, entre otros. También se puede suplementar vitamina C en tabletas, aunque con una absorción más limitada.
Una alternativa muy efectiva de administrarla es por vía endovenosa, se aplica diluida y de forma lenta. En aproximadamente 1 hora, el paciente se encuentra despierto, sin molestias, y puede continuar con sus actividades cotidianas con total normalidad luego de la aplicación.
Se trata de una alta concentración de vitamina C en el torrente sanguíneo, 25 veces superior a la administrada vía oral, actúa en todos los órganos y sistemas. Además permite que todas las células capten este nutriente.
El número de dosis a colocar depende del estilo de vida, del medio ambiente o el entorno en el que se encuentra cada paciente.