Un gas de efecto invernadero es cualquier compuesto gaseoso en la atmósfera que es capaz de absorber la radiación infrarroja, atrapando y manteniendo el calor en la atmósfera. Al aumentar el calor en la atmósfera, los gases de efecto invernadero son responsables del efecto invernadero, que en última instancia conduce al calentamiento global.
El efecto invernadero se produce porque el sol bombardea la Tierra con enormes cantidades de radiación, que golpean la atmósfera de la Tierra en forma de luz visible, además de la radiación ultravioleta (UV), infrarroja (IR) y otros tipos de radiación que son invisibles para el ojo humano. Alrededor del 30%de la radiación que golpea la Tierra se refleja de nuevo en el espacio mediante nubes, hielo y otras superficies reflectantes. El 70% restante es absorbido por los océanos, la tierra y la atmósfera, según la NASA.
Desde el comienzo de la Revolución Industrial, las emisiones y concentraciones de CO2 en la atmósfera se han incrementado constantemente debido a la rápida combustión de combustibles fósiles.
A medida que absorben la radiación y se calientan, los océanos, la tierra y la atmósfera liberan calor en forma de radiación térmica infrarroja que pasa de la atmósfera al espacio.
El equilibrio entre la radiación entrante y la radiación saliente mantiene la temperatura promedio general de la Tierra en aproximadamente 15 grados centígrados, según la NASA y cualquier cambio en este proceso que logre aumentarlo a más grados provocaría un efecto de sobrecalentamiento, dañino para la vida en la tierra.
Este intercambio de radiación entrante y saliente que calienta la Tierra se conoce como efecto invernadero porque un invernadero funciona de manera muy similar. La radiación UV entrante pasa fácilmente a través de las paredes de vidrio de un invernadero y es absorbida por las plantas y las superficies duras del interior. Sin embargo, una radiación infrarroja más débil, tiene dificultad para pasar a través de las paredes de vidrio y queda atrapada adentro, calentando el invernadero.
Los gases en la atmósfera que absorben la radiación se conocen como «gases de efecto invernadero». Estos son aquellos que contribuyen, en mayor o menor medida, al aumento del efecto invernadero, ya que son capaces de absorber la energía calorífica que transportan las radiaciones de onda larga que son reflejadas por la superficie de la Tierra.
Hay tres factores que afectan el grado en que cualquier gas de efecto invernadero influirá en el calentamiento global, de la siguiente manera:
- Su abundancia en el ambiente.
- Cuánto tiempo permanece en el ambiente.
- Su potencial de calentamiento global.
¿Cuáles son los gases del efecto invernadero?
- El vapor de agua: Es el más abundante y funciona como un gas que actúa en retroalimentación con el clima, a mayor temperatura de la atmósfera, más vapor, más nubes y más precipitaciones.
- Dióxido de carbono (CO2): Este gas de efecto invernadero se encuentra en concentraciones relativamente bajas en la atmósfera, aproximadamente un 0,03%. A pesar de sus bajos niveles, se trata del mayor impulsor del calentamiento global. Actualmente, existen cerca de 3 trillones de toneladas de CO2 en la atmósfera, un 27% superior al nivel anterior a la Revolución Industrial. A finales del siglo XIX, los niveles de dióxido de carbono eran de 280 partes por millón (ppm); ahora las concentraciones están alrededor de 380 ppm. Algunos científicos advierten que si la cantidad de dióxido de carbono que hay en la atmósfera supera las 450 ppm, la temperatura de la Tierra podría dispararse de manera descontrolada. El Dióxido de carbono (CO2), se libera en procesos naturales como la respiración y en erupciones volcánicas y a través de actividades humanas como la deforestación, cambio en el uso de suelos y la quema de combustibles fósiles. Desde el inicio de la Revolución Industrial (aproximadamente 1760) la concentración de CO2 ha aumentado en un 43% (para el 2013). Las fuentes naturales del dióxido de carbono incluyen plantas en descomposición y materia animal, incendios forestales naturales y volcanes. El dióxido de carbono no es el único gas invernadero importante, pero es el que se encuentra en mayor porcentaje (cerca del 60%) de los gases que causan el efecto invernadero inducidos por el hombre.
- Metano (CH4): Es un gas hidrocarburo que tiene origen natural y resultado de actividades humanas, que incluyen la descomposición de rellenos sanitarios, la agricultura (en especial el cultivo de arroz), la digestión de rumiantes y el manejo de desechos de ganado y animales de producción. Es un gas más activo que el dióxido de carbono, aunque menos abundante. El metano es un gas de invernadero muy potente. En 100 años, una tonelada de metano podría calentar el globo 23 veces más que una tonelada de dióxido de carbono. La atmósfera tiene una concentración de metano de 1.774 partes por billón (ppb), lo que supone un aumento del 59% de la concentración de metano anterior a la Revolución Industrial. Sin embargo, hay 220 veces menos metano que dióxido de carbono en la atmósfera. Los hidratos de metano, combinación congelada de metano y agua, se encuentran en grandes cantidades en el mar. Es posible que un cambio climático continuo pudiese liberar esas reservas congeladas de metano y añadir repentinamente mucho metano a la atmósfera, lo que agravaría los efectos de los gases de efecto invernadero, al tiempo que provocaría un calentamiento global sin precedentes.
- Óxido nitroso (NOx): Es un gas invernadero muy poderoso que se produce principalmente a través del uso de fertilizantes comerciales y orgánicos, la quema de combustibles fósiles, la producción de ácido nítrico y la quema de biomasa. Algunas industrias, como la del nailon, y la quema de combustible es en motores de combustión interna también liberan óxido nitroso a la atmósfera. El óxido nitroso tendrá en un siglo un efecto de calentamiento global aproximadamente 300 veces superior al del dióxido de carbono. Sin embargo, como el metano, el óxido nitroso se encuentra en concentraciones mucho menores que el dióxido de carbono en la atmósfera, que en la actualidad son de 319 ppb, un 18% superior al periodo anterior a la Revolución Industrial.
- Clorofluorocarbonados (CFC): Son compuestos artificiales, sintéticos de origen industrial, que se utilizaron como refrigerantes en los años 30 y, posteriormente, se extendieron ampliamente como propelentes de aerosoles, agentes espumantes en la industria el jabón y en aparatos de aire acondicionado. Aunque su presencia en la atmósfera es muy baja, sus moléculas pueden absorber el calor miles de veces mejor que el dióxido de carbono. Su uso se encuentra actualmente prohibido.
- Ozono (O3O): Es un gas que existe de forma natural en la atmósfera. En la estratosfera, absorbe la mayoría de las radiaciones potencialmente dañinas de los rayos UV del sol, que pueden causar, entre otras cosas, cáncer de piel y daños en la vegetación. El ozono de niveles más bajos, próximos a la superficie de la Tierra, se produce principalmente a partir de precursores (óxido nitroso, NOx), en su mayoría procedentes de las emisiones del tráfico y la industria, mediante la reacción de moléculas de carbono y nitrógeno con la luz solar. Aquí el ozono contribuye al llamado “smog” y se considera el tercer gas invernadero más importante tras el dióxido de carbono y el metano.
- Hexafluoruro de azufre (SF6): es otro gas sintético, usado en la producción de aluminio. Tiene un potencial de calentamiento global extremadamente alto, ya que sus moléculas son de muy larga duración y pueden atrapar enormes cantidades de radiaciones solares de onda corta.
- Partículas en suspensión (Humo Negro): Las partículas en suspensión, o humo negro, no son un verdadero gas de efecto invernadero, ya que son sólidas y calientan la atmósfera de diferente manera que un gas. Sin embargo, provocan un efecto invernadero significativo. De hecho, se estima que el humo negro podría ser el responsable del 25% del calentamiento global. El humo negro está formado por partículas microscópicas originadas por la combustión incompleta de la materia orgánica, especialmente de combustibles fósiles. Debido a que puede acelerar el derretimiento de la nieve y el hielo, el humo negro desempeña un papel muy destacado en el cambio climático del Ártico. De hecho, podría ser el responsable de más del 90% del calentamiento de esa zona. El control y la reducción de las emisiones de humo negro son particularmente importantes, sobre todo, debido al calentamiento que ha sufrido el Ártico, a un ritmo que dobla el que ha afectado al resto del mundo en los últimos 100 años.
Si continúan las tendencias actuales, tal y como están veremos los peores efectos del calentamiento global (clima extremo, aumento del nivel del mar, extinciones de plantas y animales, acidificación de los océanos, cambios importantes en el clima y agitación social sin precedentes) sean inevitables.
Fuente: Internet
Click aquí: «La importancia de la Responsabilidad Social Empresarial».
Click aquí para ver el vídeo: «¿Qué es el Efecto Invernadero? – Vídeos Educativos para Niños».