Walter Velásquez y el nacimiento de ‘Kipi’, el primer robot quechua-hablante que revolucionó la educación rural

La vocación docente de Walter Velásquez nació en casa, entre libros y bibliotecas. Su madre, profesora y luego bibliotecaria, lo acercó desde niño al hábito de compartir conocimiento. “Desde muy pequeño aprendí la solidaridad de enseñar lo que uno aprende. Mi mamá siempre me decía: ‘Tú tienes que aprender rápido, porque tienes que enseñar a otros niños’”, recuerda.

Ese espíritu lo llevó a ejercer en uno de los territorios más complejos del país: el VRAEM, donde la pobreza, la falta de internet y la ausencia de recursos educativos contrastan con el enorme potencial de niños y jóvenes.

La pandemia y el origen de Kipi
En 2020, el cierre de escuelas obligó a buscar soluciones urgentes. Walter intentó comunicarse con sus alumnos por teléfono, pero muchos no tenían señal, datos ni celulares. La alternativa fue llevar materiales impresos a las comunidades. Sin embargo, la creatividad hizo lo suyo una madrugada: con piezas recicladas -una galonera, una radio, una balanza- y un procesador extraído de su computadora, Velásquez dio forma a ‘Kipi’, un robot capaz de interactuar con los estudiantes en quechua.

“Fue mágico cuando, de pronto, Kipi empezó a responder: ‘Hola, ¿cómo te llamas?’”, cuenta emocionado. Así nació el primer robot quechua-hablante del mundo, diseñado para que los niños rurales no quedaran aislados del aprendizaje.

De prototipo a proyecto educativo
Lo que empezó como una solución improvisada se convirtió en un modelo de innovación tecnológica. Con apoyo de instituciones, el proyecto se expandió a programas radiales, aplicaciones y materiales didácticos. En 2023, Velásquez recibió el Premio Campodónico, que dedicó a su comunidad.

Con los recursos construyó la Escuela Kipi, equipada con laboratorios, un museo científico y espacios de creatividad. Gracias a ello, sus estudiantes han representado a Huancavelica en concursos nacionales e internacionales, y hoy sueñan con ser ingenieros, científicos y programadores.

Un modelo con proyección internacional
Actualmente, Walter desarrolla nuevas versiones de Kipi con inteligencia artificial y algoritmos que no dependen de internet, lo que facilitaría su expansión global. Países como India, Bolivia, Chile, Ecuador y Estados Unidos ya han mostrado interés en replicar el proyecto.

Más allá de la tecnología, Velásquez insiste en un principio: la innovación no pertenece solo a las grandes ciudades, también puede florecer en comunidades rurales. Su misión es clara: transformar la educación desde adentro y revalorizar la cultura local.

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