Las fuentes de energía renovables representan más del 40% de la electricidad generada en Australia y, en esta línea, un gobierno estatal del país tiene luz verde para construir la mayor planta de energía solar térmica de su tipo en el mundo: una estructura de 150 megavatios que se construirá en Port Augusta, en el sur de la isla.
La planta, que costará unos 650 millones de dólares australianos (510 millones de dólares estadounidenses), generará alrededor de 650 empleos de construcción para los trabajadores locales, según los desarrolladores, y pretende cubrir todas las necesidades de electricidad para el gobierno estatal. El trabajo comenzará el próximo año y está programado para ser terminado en 2020.
Las plantas fotovoltaicas solares convierten la luz solar directamente en electricidad, por lo que necesitan baterías para almacenar el exceso de energía cuando el Sol no brilla; las plantas termosolares, por su parte, utilizan espejos para concentrar la luz solar en un sistema de calefacción.
«Uno de los grandes retos de la energía térmica como herramienta de almacenamiento es que solo puede almacenar calor», explica el ingeniero Matthew Stocks, de la Universidad Nacional de Australia. «La térmica es una forma sustancialmente más económica de almacenar energía que el uso de baterías», añade el profesor de ingeniería de energía sostenible Wasim Saman, de la Universidad de Australia del Sur.
Los desarrolladores de la planta de Port Augusta dicen que puede seguir generando energía a plena carga durante un máximo de 8 horas después de que el Sol haya caído. Afirman que el coste por megavatio de la nueva planta funciona casi igual que la energía eólica y las plantas solares fotovoltaicas.
El potencial energético que tiene la luz que nos llega del sol es más que suficiente para cubrir las necesidades de toda la población, pero su aprovechamiento a este nivel de eficiencia está muy lejos de ser una realidad.