El empresario Nayib Bukele asumió este sábado como presidente de El Salvador con el desafío de transformar el país que, después de tres décadas de gobiernos de derecha e izquierda, arrastra una alicaída economía dolarizada y una violencia que impulsan a sus pobladores a emigrar en masa.

Bukele, de 37 años, fue investido durante una sesión solemne de la Asamblea Legislativa en la céntrica plaza Gerardo Barrios de San Salvador ante la presencia de 83 delegaciones de diferentes países.

Vestido con un impecable traje azul oscuro, el nuevo presidente tomó juramento ante unas 10.000 personas, muchas con camisas celestes, que lo ovacionaron con aplausos bajo el grito de «¡Sí se pudo!».

En un discurso de media hora, en el que evitó mencionar las acciones que pondrá en marcha para atacar los problemas, el joven mandatario pidió a los salvadoreños «el compromiso» de trabajar «para sacar adelante al país». «Nuestro país es como un niño enfermo, nos toca a todos cuidarlo», exclamó ante la multitud.

Además, a Bukele le corresponderá luchar contra la corrupción y comenzar por reestructurar el aparato del Estado, que en las últimas tres décadas vio su planilla crecer de 69.887 empleados públicos en 1989 a 166.577 en 2018.

Bukele ha señalado que promoverá la instalación de una comisión contra la corrupción, similar a las que existen en Guatemala y Honduras, y para ello pidió apoyo a la Organización de Estados Americanos (OEA) y las Naciones Unidas (ONU).

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