En la oficina de Tokio de la compañía de informática Ferray, nueve felinos ronroneantes descansan sobre las piernas de sus empleados, saltan de sus delicados cojines a los teclados y duermen y comen en total libertad.

Hidenobu Fukuda, que dirige la empresa, introdujo su política de «gatos en la oficina» en 2000 a petición de uno de sus colaboradores, y autorizó a los empleados a acudir con su minino.

«También le doy 5.000 yenes (40 euros) al mes a quien salve un gato», agrega. Otras empresas también se han planteado recurrir a los animales para reducir el estrés y la ansiedad de sus empleados.

En Tokio hay alrededor de sesenta cafés con gatos oficialmente reconocidos, donde los felinos deambulan entre los clientes.

En Ferray, Eri Ito está encantada: «los gatos están durmiendo justo a nuestro lado, es relajante».

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