¿Cómo nos afecta la tecnología en la vida cotidiana?

Los avances tecnológicos del último cuarto de siglo han marcado de forma decisiva la vida del ser humano, pero el progreso no se ha detenido.

Por ello es que ahora encontramos hechos como:

  • Los drones, los coches sin conductor, la realidad aumentada y la virtual, los «wearables» y la impresión 3D serán cada día tecnologías más habituales.
  • Los equipos de telecomunicación, a través de los cuales se transmite la información, han ido evolucionando y formando parte importante de nuestra vida cotidiana, pasamos del telégrafo a WhatsApp y de la televisión en blanco y negro, que merecía su propio espacio, a celulares o tablets de alta resolución que pueden llevarse hasta al baño. Pero los aparatos tecnológicos no solamente aportan un valor práctico, sino estético y simbólico que nos llevan a elegir entre un sinfín de opciones: no sólo el más eficiente, sino el más lindo, el de mejor diseño o el que me otorga mayor estatus.
  • Pasamos más de ocho horas al día interactuando con algún aparato tecnológico conectado a Internet, ya sea el celular, la computadora o tablet. La tecnología ha marcado no sólo una nueva forma de relacionarnos con otros, sino también con nosotros mismos. Por ejemplo: nos ayuda a organizarnos mejor, a aprender cosas nuevas, a llevar registro de nuestras metas y avances personales o a acortar distancias con amistades o familiares. Sin embargo, la otra cara de la moneda es que, al no ser conscientes, podemos bombardearnos de información dañina, estresante o buscar situaciones en las que estemos expuestos o en riesgo. Las universidades registran cada vez más casos de depresión y ansiedad que están directamente ligados al uso de redes sociales.
  • En las redes sociales, interactuamos e intercambiamos información con personas con quienes de alguna manera tenemos algo en común, filtramos las cosas que subimos o eliminamos de nuestros perfiles con base en la cantidad de likes, shares o comments que recibimos. Esta “economía de la atención” depende enteramente de la reacción que nos provoca el interés de otros y sus respuestas en redes sociales. Estudios han encontrado que cada like genera producción de dopamina en el cerebro y la activación de sistemas vinculados a la recompensa, es por eso que las redes son tan adictivas. Tener esto en mente es esencial, ya que los trastornos depresivos vinculados al uso de redes sociales tienen que ver con la comparación de nuestras vidas y momentos cotidianos con los de otros, sin considerar que se trata de cuestiones excepcionales.
  • El Big Data o almacenamiento de grandes cantidades de datos en la nube (cloud computing); y el desarrollo de la inteligencia artificial, que hace que las máquinas tengan un componente cada vez más humano.
  • Los progresos en Ingeniería Biónica, desde sorprendentes aplicaciones en medicina, algunas de las cuales ya se llevan a cabo —personas ciegas que recuperan la vista, por ejemplo—, hasta usos más mundanos como chips implantados en la piel que permitirían identificarse, acceder al transporte público o abrir la puerta de casa con sólo acercar la mano a un dispositivo electrónico.
  • La longevidad también está en el punto de mira de gigantes tecnológicos como Facebook o Google, empresa que asegura que ya trabaja para que las personas puedan llegar a vivir 500 años en el futuro.

Desde el trabajo y las tareas cotidianas hasta el ocio o incluso las relaciones personales son muy diferentes a lo que fueron hasta el siglo XX. Nos movemos en una realidad que en otros tiempos calificaríamos de ciencia ficción. La Telefonía Celular, el Internet de las Cosas, el «Big Data» y la Inteligencia Artificial son los pilares de los inventos del futuro inmediato.

A pesar de tener datos tan alarmantes, no debemos satanizar las redes ni la tecnología, simplemente hay que tener presente que su impacto en la vida es importante y por eso debemos hacer uso responsable teniendo siempre nuestra salud y seguridad en mente.

El futuro cercano parece aún más impresionante, todo un ecosistema de hardware y software que girará en torno a varias áreas interconectadas.

Según la revista Forbes, 33% de los internautas que se encuentran activos en redes sociales están en edad laboral, siendo Facebook (95%), Youtube (60%) y Twitter (56%) las más comunes.

Además la tecnología ha hecho que los trabajos sean más flexibles y que el Home Office o el Remote Office sean posibles, para evitar factores estresantes como el tráfico o el “ir a calentar la silla”, y así optimizar el tiempo de los empleados, eliminando barreras de horarios, distancias y contribuyendo a formar un sentimiento de productividad y asertividad en el manejo de los horarios.

La convivencia en redes sociales, también promueve la interacción de los empleados, el fortalecimiento de la identidad empresarial, así como la relación de la empresa con los clientes. Estudios han demostrado que 75% de las personas se inclinan a consumir un producto que siguen en línea a los que no.

La investigación sobre la productividad laboral y el uso de redes sociales sigue en tela de juicio, habiendo estudios que se inclinan a favor y en contra. Las redes sociales y la tecnología son herramientas, su buen o mal uso depende de quien las usa y cómo las usa.

Por otro lado, la tecnología ha presentado nuevos retos para las familias actuales, especialmente en términos de comunicación, pero también ofrece nuevas formas de convivencia. En primer lugar, hay que enfocarnos en que las tecnologías son herramientas que nos ofrecen alternativas, así que hay que usarlas a nuestro favor y entender el papel que tienen en la vida de nuestros seres queridos. Como papás, hay que ofrecer una guía para nuestros hijos y entender las redes que tienen a su alcance. También podemos comprender ciertos fenómenos y explicárselos a nuestros hijos, por ejemplo, la UNICEF señala que al interactuar por Internet los límites que existen en el mundo físico no quedan tan claros, así que tendemos a generalizar o exagerar los vínculos; hay que aclarar que no toda persona que tengamos en redes sociales es un amigo o es de confianza. Los adolescentes son una población particularmente vulnerable, ya que tienden a buscar vínculos intensos en los que predomina la idealización. Desde pequeños, debemos enseñarles a usar filtros de seguridad, a no compartir datos personales y a fortalecer su autoestima mediante la convivencia de calidad con ellos.

La propia tecnología ofrece alternativas muy divertidas para vincularse como familia y acercarse, como ver series en Netflix y los juegos en línea, pero la idea es que no dejemos que se vuelva una distracción, sino un momento de convivencia y diálogo. También aplicaciones como Homester buscan fomentar el diálogo entre padres e hijos enfocándose al trabajo de límites y reglas, permisos, recompensas, etc.

El acceso al Internet empieza desde los tres años de edad y por lo mismo como familia, vale la pena comenzar a establecer reglas con los gadgets, poniendo límites por ejemplo de edad (fijar una edad para tener celular), de tiempo o de seguridad (limitando el uso de ciertas aplicaciones). Este encuadre puede también fomentar el tiempo con la familia, solos o incluso realizando una actividad recreativa, como hacer ejercicio o leer.

Algunos datos de interés que nos llama a la reflexión respecto a como la tecnología  influencia en la vida cotidiana son:

  • Un estudio del Cyber Psychology and Behaviour Journal acaba de encontrar que Facebook ha provocado 28 millones de divorcios en el mundo.
  • Según un informe de la agencia de manejo de marca digital personal Reppler, 91% de los reclutadores revisan las redes sociales de sus entrevistados. De este grupo el 11% negó una vacante por fotografías inapropiadas en su perfil, otro 11% por comentarios inapropiados, 9% por publicar fotos consumiendo alcohol y 7% por compartir información confidencial de su antigua empresa.
  • Cada día 63,000 virus nuevos llegan a la red.
  • El 90% de los internautas de 18 a 29 años de edad están conectados en una red social.
  • Una empresa presente en medios digitales puede alcanzara 95% de la población mundial.
  • Un estudio de la Real Society of Public Health y el Young Health Movement detectó que Instagram es la red social más dañina para la salud mental y la autoestima. En el mismo estudio, la única red en la que se reportó bienestar fue YouTube.

Fuente: Internet

Click aquí: «La tecnología digital y la familia, un aspecto delicado que debe tratarse con responsabilidad».
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