Moon Jae-in, un veterano de la lucha por los derechos humanos favorable a un acercamiento con Corea del Norte, ganó ampliamente las elecciones presidenciales en Corea del Sur.

Moon, gran favorito en los sondeos y candidato del Partido Democrático, de centroizquierda, obtuvo 41.4 % de los votos, según una encuesta de tres cadenas de televisión.

El conservador Hong Joon-pyo quedó muy atrás con el 23.3 % de los votos, seguido del centrista Ahn Cheol-soo con el 21.8 %.

Las elecciones se llevaron a cabo en un clima político marcado por el escándalo de corrupción que terminó con la destitución de la presidenta Park Geun-hye y por las tensiones con Pyongyang.

Pocas horas antes del cierre de las urnas, la participación era del 63.7 %, frente al 59.3 % de hace cinco años a la misma hora, un aumento significativo, esperado tras las masivas movilizaciones en las que millones de personas pidieron la salida de Park.

En el epicentro de la crisis está la relación de la destituida presidenta con Choi Soon-sil, una confidente que se hizo conocida como Rasputina, por las acusaciones de haberse aprovechado de sus relaciones para sacar decenas de millones de dólares a las grandes corporaciones surcoreanas.

Este megaescándalo de corrupción, que sacudió incluso a Samsung, catalizó muchas frustraciones de la población con respecto a las desigualdades, la economía y el empleo.

La crisis obligó a todos los postulantes a prometer reformas para una mayor integridad.

Moon Jae-in lideró los sondeos electorales durante toda la campaña. «Percibo el fuerte deseo de la gente de cambiar el gobierno (…). Solo podemos hacerlo realidad cuando votamos», dijo Moon tras sufragar junto a su mujer en el oeste de Seúl.

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